miércoles, 23 de mayo de 2012

Las Navas del Marqués


Capea en Las Navas del Marqués, de José Garnelo y Alda.
Para vivir la experiencia Magalia no hay que buscar más excusa que el deseo de disfrutar de la buena mesa en un ambiente acogedor. Pero la visita a Las Navas ofrece otros alicientes que pueden completar una jornada perfecta.

Las Navas del Marqués es una villa privilegiada por su situación. A 35 kilómetros de Ávila y a 72 de Madrid, en plena Sierra de Malagón, está en la orilla de la carretera 505. 

Tiene unos 4500 habitantes durante el invierno y hasta el triple en verano, gracias a su agradable clima y a su entorno natural. La localidad tiene su origen en la etapa de la repoblación de la ciudad de Ávila, aunque los hitos más importantes de su historia y los monumentos más relevantes datan del siglo XVI.

Como su propio nombre indica, Las Navas dio origen a un marquesado, el de los Dávila. El primero de los marqueses fue Pedro Dávila y Zúñiga y el título nobiliario le fue concedido por Carlos I en 1533, de quien fue contador.

Además, fue alférez mayor del Ayuntamiento de Ávila y un personaje muy culto que construyó la casa de los Dávila, en la que se recoge la famosa inscripción: "Donde una puerta se cierra, otra se abre", y el Castillo de Magalia en su señorío de Las Navas. Construyó también el convento de Santo Domingo y San Pablo, en cuyo interior permanecieron mucho tiempo enterrados.

Entorno natural

El marco natural de Las Navas del Marqués se sitúa en la zona oriental de la provincia de Ávila, colindante con las de Madrid y Segovia. El pueblo se asienta entre los repliegues de una suave nava, limitado a ambos lados por robledos y pinares, al sur de la Sierra de Malagón en el macizo de Guadarrama.

La cubierta vegetal, como gran riqueza del medio, se compone de espesos bosques de pinos y robledales, con arces y chopos en zonas húmedas y acacias y cedros en los paseos. El pino más característico y abundante es el llamado resinero junto a los del tipo carrasco y albar, menos frecuentes.

Respecto al clima, en los inviernos se alcanzan bajas temperaturas, con nieblas matinales, heladas nocturnas y chubascos de nieve. En verano el calor llega a ser fuerte en las horas centrales del día, con una suave brisa en campo abierto. La caída de la tarde suele venir acompañada de un cierto refresco que convierte a la zona en un destino más que agradable para los que huyen de las tórridas temperaturas estivales de otras áreas del centro de la península. El otoño y la primavera son cortos, de tiempo variable y lluvioso, con temperaturas moderadas y, a veces, muy generosas.

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